El sector del libro tiene a la heterogeneidad. Multitud de sellos se anuncian a los lectores, bien de manera directa, o de forma indirecta a través de canales como las librerías. Esto hace que al cabo del día los mensajes del usuario final haya visionado multitud de ofertas literarias, por lo que, ¿cómo conseguir destacar frente a ellas? ¿Cómo lograr que el mensaje cale en su interior?
El branding editorial tiene la respuesta. Antes de lanzar un mensaje sobre tu catálogo es importante saber qué propuesta de valor tienes para el lector, dejar bien clara la imagen de tu sello y lo que ofreces a través de él. De esta forma, podrás dirigirte al target adecuado, en lugar de errar a la hora de elegir al receptor.
¿Qué aporta un buen branding?
Seguro que conoces marcas que con tan solo ver el logotipo o escuchar algunos acordes de sus canciones, ya puedes reconocerlas. Precisamente esto es lo que busca el branding editorial, que con tan solo la mención de tu sello, o la visión de alguno de tus elementos corporativos, puedan reconocer el catálogo ante el que están.
De esta forma, el mensaje que le propones al lector será mucho más efectivo porque reconocerá, rápidamente, tu marca y sabrá si le interesa o no. Relacionar a tu editorial con una propuesta de valor es la meta a conseguir para no robarle más tiempo del debido al usuario final. Así, en primer lugar, esquivarás a todos aquellos lectores que tienen intención de comprar un ejemplar de tu catálogo.
Por otro lado, el branding editorial te asegurará ocupar un espacio en la mente del público. Esto permitirá que los lectores sepan de la existencia de tu catálogo, y si consigues dejar clara tu propuesta de valor, podrá influir en la decisión de compra frente a otros sellos en un sector editorial con cada vez más competencia.
Construye tu branding editorial en cinco pasos
Es el momento de comenzar a trabajar en tu branding editorial, ¿cómo construirlo? Te recomendamos que siempre tengas estos cinco tips:
– Crear vínculos emocionales. Para atraer a los lectores el primer paso debe ser despertar su interés, y para ello nada mejor que mandar un mensaje a sus emociones. Si la experiencia es satisfactoria, sabrá dónde volver para repetirla y, de este modo, se creará un vínculo entre él y tu editorial basado en estos sentimientos que experimenta cada vez que se acerca a tus libros. Porque recuerda, no solo ofreces páginas y tinta, también experiencias únicas.
– Asocia tu editorial a una idea. Al igual que cada persona está compuesta de unas ideas, debes asegurarte de que tu editorial tiene “personalidad”. En un mercado en el que existe tanta competencia destacar con una propuesta de valor distinta y atractiva es imprescindible. De esta forma también te asegurarás de que la oferta de tu sello es fácilmente reconocible y no lleva a equívoco.
– Perseverancia y constancia. Conseguir que ideas y marca se relacionen no es algo que se consiga de la noche a la mañana. Hay que ser constante y no desviarse del discurso. ¿Qué tipos de mensajes envías a los lectores? ¿Vas a ser serio y ameno? ¿Queda claro en ellos la imagen que quieres transmitir? Si eres perseverante en este sentido seguro que conseguirás que tu editorial se relacione con tu propuesta de valor.
– Definir tus objetivos. Crear un branding editorial responde a unos objetivos, ¿cuáles son los tuyos? ¿Quieres abrirte un hueco? ¿Buscas fidelizar? ¿Te has abierto hacia nuevos mercados? Primero debes saber qué quieres conseguir y luego empezar a construir tu estrategia a partir de esta meta a alcanzar.
– Encontrar la vía a través de la que comunicarse. ¿Tienes ya claros tus objetivos y la propuesta que quieres transmitir? Es el momento de que elijas la vía a través de la que vas a comunicarte. Estos canales de transmisión deben ser coherentes con el branding editorial y el público al que quieres mostrársela.
Y por último un breve, pero útil consejo. Junto a estos cinco tips recuerda uno más: la capacidad de adaptación. Si bien uno de los puntos antes mencionamos era la coherencia y constancia, también debes tener en cuenta que nada es inamovible. Los tiempos cambian, y los valores no son menos. Tienes que ser capaz de advertir estas variaciones y adaptar tu rumbo, sin olvidar tu esencia.